En los últimos tiempos han proliferado y adquirido relevancia las cuentas en redes sociales de jueces y fiscales, sobre todo en Twitter. De 5635 jueces en activo según La Justicia Dato a Dato Año 2020[i] , más o menos en la actualidad hay más de 200 cuentas de jueces y fiscales españoles, identificados o identificables como tal, de los que, a grosso modo, 2/3 más o menos pueden ser de jueces, esto es, unas 150 cuentas de Twitter. Me refiero a todas aquellas cuyos titulares se identifican como jueces o magistrados, “su señoría”, como juristas con fotos de puñetas, con seudónimos relacionados con la judicatura, o que en algún momento han subido fotos suyas que figuran togas, escudos de magistrado, puñetas, asuntos o estrados, de tal manera que permiten deducir con meridiana claridad que el titular de la cuenta ejerce este poder del estado.
¿Pero de verdad conocemos cómo funcionan las redes sociales?
Hay que trabajar y ser conscientes en la percepción que queremos dar y formar nuestra identidad a partir de nuestro desempeño y trabajo, pero también a través de las palabras y la imagen. Debería aumentarse la formación de los jueces en materia de comunicación institucional, portavocía y simplificación del lenguaje jurídico e incidirse además en la formación en situaciones de crisis de comunicación y en la gestión en redes sociales por parte de jueces y magistrados, así como en la comunicación con los medios de comunicación por parte de la figura de jueces-portavoces.
La labor de portavocía y divulgación judicial requiere de una formación al respecto que revele profesionalidad, neutralidad, veracidad, imparcialidad e independencia. Podemos decir que no tenemos compañeros verdaderamente expertos en comunicación pues por mucho uso que incluso hayamos crecido con las redes sociales no conocemos los principios básicos de management de redes, comunicación, portavocía, SEO, SEM, ciberseguridad, metadatos, baneos, “shadow banning”, algoritmos, etc.
En la actualidad, la relevancia social está pendulando de los medios de comunicación hacia las redes sociales. A diferencia del periodismo, en las redes sociales no se verifican las fuentes de la información, no se contrastan los hechos antes de su publicación y no jerarquizan las opiniones tras un análisis sosegado, ni se consultan a expertos u opiniones cualificadas. Los periodistas tratan de hablar con un cierto conocimiento de los hechos o una previa investigación periodística mientas que las plataformas digitales son como una gran taberna con opiniones espontáneas, igualan a todo el mundo, situando en la misma posición las opiniones de tu cuñado quien tiene un conocimiento básico, opiniones ofensivas o totalmente falsas, que un premio Nobel o un experto. Da igual tu experiencia profesional, tus estudios o tu carrera, todo gira en torno al número de cuántos likes retuits o seguidores algo o alguien consigue. Cuánta viralidad consigue.
Si nos presentamos como jueces o magistrados, y nos paga el poder judicial, que es la marca principal a la que nos debemos, debemos ser conscientes, que cada uno de nosotros somos embajadores del poder judicial en las redes sociales. Y además, esa es una de las principales razones del atractivo de jueces y fiscales en estas plataformas digitales.
Quien se presenta en una red social como juez o magistrado utiliza una «ventaja competitiva» para ganar seguidores. Somos unos 12 jueces por cada 100.000 habitantes, hay que tener en cuenta que millones de españoles no conocen a un juez en persona y posiblemente nunca lo conocerán. Somos “rara avis”. En ocasiones cuando alguien se entera que somos jueces, es probable que seamos el primer juez que conozcan, salvo que se relacionen con operadores jurídicos. Ese es el motivo de atracción de los jueces en las redes sociales, junto con unas opiniones en derecho y justicia, que se consideran especialmente relevantes y cuyos seguidores demandan ese conocimiento.
Esto implica una obligación reforzada de prudencia y moderación. Debemos transmitir los principios y valores que la sociedad demanda de nuestra profesión: profesionalidad, seriedad, preparación, institucionalidad, respeto, excelencia, seriedad y dignidad. Asimismo, un acto de cualquiera de nosotros puede perjudicar la imagen del poder judicial y provocar un daño irreparable en la reputación de la Justicia y damnificar a todos los compañeros en distintos ámbitos. Lo negativo tiende a ser recordado y no olvidemos que en la red todo permanece.
Nunca podemos olvidar que lo que hagamos en las redes sociales quedará para siempre. No confiemos en el borrado del contenido, en la protección de la cuenta mediante el candado (existen aplicaciones para ver perfiles privados en Twitter sin necesidad de seguirlos o incluso a cuentas bloqueados) o en el posible «derecho al olvido» porque siempre habrá alguien dispuesto a una captura de pantalla o guardar un tuit para sacarlo a la luz en el momento adecuado. Tampoco el anonimato o un seudónimo garantizará ningún tipo de “impunidad” sobre unas palabras que pensemos que puedan ser inocuas, como luego veremos.
Existen estudios que consideran que el uso frecuente y continuado de las redes sociales puede resultar en una adicción mayor incluso que la del tabaco, pues su acceso es sencillo y encima gratuito. El feedback aumenta la producción de dopamina, un neurotransmisor que se produce en estados de placer y que abre los canales cognitivos. Ingenieros de Facebook[ii] han reconocido que aunque se anuncien como una plataforma para conectar a la gente, sus algoritmos están desarrollados para optimizar el tiempo de interacción de cada usuario. El fin último de lo adictivo de las plataformas es una mayor monetización. No es casualidad que cuando uno inicie ciertas aplicaciones, no se pueda ver simultáneamente el reloj del teléfono o la tablet. Hay que salir de la app para ver la hora. Es un efecto similar al de los casinos o los centros comerciales, cerrados, con luz artificial, para no poder ver si es de día o de noche, si anochece o sale el sol y por lo tanto darse cuenta de cuánto tiempo lleva uno dentro.
Esto está produciendo en jóvenes y no tan jóvenes una dependencia a las redes sociales y a la opinión de los demás que puede llegar a ser perjudicial, intentando mostrar solo el lado bueno de las cosas en lugar de mostrarse como son, así como la necesidad social imperiosa de aceptación a través de las redes sociales. Hay estudios que consideran que “una semana desconectado de las redes sociales es suficiente para notar efectos positivos en la salud mental” con mejoras significativas en el bienestar, la depresión y la ansiedad[1].
A este respecto, los jueces nunca deberemos caer en ser esclavos de la aprobación de los demás. Puesto que olvidaríamos el Principio Ético 60 del CIEJ según el cual el juez «… debe evitar comportamientos o actitudes que puedan entenderse como búsqueda injustificada o desmesurada de reconocimiento social». Asimismo, como recuerda el principio 2, en la adopción de las decisiones judiciales debe excluirse cualquier interferencia extraña al proceso y a las reglas sustantivas y adjetivas que resulten aplicables, lo que significa que la convicción judicial ha de formarse y poderse justificar sólo a partir del material probatorio y de las leyes pertinentes al caso, sin atender a influencias externas o a estados de opinión. De ahí que el principio 6 imponga al juez el deber de resistir todo intento directo o indirecto de terceros ajenos al proceso que tienda a influir en sus decisiones, ya provenga de los demás poderes públicos, de grupos de presión o de la opinión pública, ya provengan de la misma Judicatura, evitando tener en consideración, al dictar sus resoluciones, cualquier expectativa de aprobación o rechazo de las mismas[iii].
La función jurisdiccional consiste principalmente en tomar decisiones a favor de alguna de las partes aplicando la ley y valorando la prueba. En ocasiones algunas resoluciones pueden ser impopulares. Si lo que se busca es ser popular en redes sociales y conseguir un gran número de seguidores puede llegar el momento en que se produzca el conflicto entre la aprobación social e independencia judicial y tendrán que elegir entre ser popular o ser profesional.
«Our decisions should not be driven by a desire to be revered or lionized for reaching certain outcomes, We are not mass media icons. We are judges, nothing more and nothing less.». Clarence Thomas, U.S. Supreme Court Justice.
«Nuestras decisiones no deben ser guiadas por un deseo de ser reverenciados o ensalzados por alcanzar ciertas conclusiones. No somos iconos mediáticos. Somos jueces, nada más y nada menos». Magistrado Clarence Thomas del Tribunal Supremo de los Estados Unidos[iv].
Así, lo cierto es que aunque quizás creamos que nos encontramos ante una plataforma publicitaria que se está alimentando de nuestros datos. En este sentido, es archiconocida la frase de “si no pagas por el producto, es que el producto eres tú”. Los datos son el petróleo del siglo XXI. El sistema es fácil de comprender, cada búsqueda en la plataforma digital o en el propio Internet es rastreado, los datos son almacenados y con esos datos se construye un perfil tuyo que después es utilizado para dirigir publicidad personalizada. Tracking-profiling-targeting[v].
Kosinski y su equipo refinaron los modelos predictivos y en 2012 demostró que sobre la base de un promedio de 68 «me gusta» de Facebook de un usuario, era posible predecir su color de piel (con un 95% de precisión), su orientación sexual (88% de precisión) y su afiliación al partido demócrata o republicano (85 por ciento). Pero no se detuvo allí. Inteligencia, afiliación religiosa, así como el consumo de alcohol, cigarrillos y drogas, todo podría determinarse. A partir de los datos, incluso fue posible deducir si los padres de alguien estaban divorciados. En poco tiempo, pudo evaluar a una persona mejor que un colega de trabajo promedio, simplemente sobre la base de diez «me gusta» de Facebook. Setenta «me gusta» eran suficientes para superar lo que sabían los amigos de una persona, 150 lo que sus padres sabían, y 300 «me gusta» lo que su pareja sabía. Más «Me gusta» podrían incluso superar lo que una persona creía saber sobre sí mismo. El día que Kosinski publicó estos hallazgos, recibió dos llamadas telefónicas: una amenaza de demanda y una oferta de trabajo. Ambas de Facebook[vi] (Grassegger y Krogerus, 2017).
Como decía, nadie es completamente anónimo en la red. A través de una investigación cibernética y una búsqueda entrecruzada e inteligente con los datos que hemos ido nosotros mismos suministrando, mediante fuentes abiertas se puede desanonimizar lo anonimizado.
Incluso, se puede enlazar el perfil social con el correo electrónico de registro, y a partir de ahí obtener el número de teléfono debido a los sistemas de seguridad de doble autenticación.
Esto tiene hasta nombre, «doxing»[vii], la práctica mediante la cual alguien realiza una labor de investigación para recopilar toda la información posible de una persona y que normalmente tiene el propósito de intimidar, humillar o amenazar.
Por ello, en primer lugar los miembros de la carrera judicial deberán recapacitar y estar especialmente atentos a la prudencia y moderación de la información que suministran en redes sociales, y especialmente en fotos y vídeos. Como hemos podido comprobar distintos compañeros jueces y magistrados que se amparaban en un supuesto anonimato en la red, sus seudónimos han saltado fácilmente por los aires, todo ello con la finalidad principal de presionarles en su libertad de expresión, independencia judicial o utilizarlo de cara a futuras recusaciones[viii]. Además, revelar una identidad oculta es una práctica que por sí sola a día de hoy tendría un muy difícil encaje punitivo.
Cuando se habla de ciberseguridad, se suele compartir siempre una misma frase que desconozco su autor: sólo hay dos tipos de personas, aquellos que ya han sido hackeados y aquellos que no saben que han sido hackeados.
Por ello, se ha de ser consciente que es muy difícil la separación entre la esfera personal y profesional en redes sociales, así el principio n.o 22 recomienda que «La integridad exige que el juez y la jueza observen una conducta que reafirme la confianza de los ciudadanos en la Administración de Justicia no solo en el ejercicio de la jurisdicción, sino en todas aquellas facetas en las que sea reconocible como juez o jueza o invoque su condición de tal».
Las plataformas digitales tienen sus propias reglas o políticas de moderación de contenidos. Son empresas privadas, y tienen derecho de admisión, de tal manera que son capaces de decidir lo que es permisible, puesto que de lo contrario eliminan el contenido e incluso te suspenden o eliminan la cuenta (baneo), y lo que es visible, de tal manera que los algoritmos determinan qué contenido ves, te hace sugerencias para ver más por los sistemas de recomendación y personalización de contenido, microsegmentándolo con la finalidad de la mayor optimización de la publicidad. El conocido como microtargetting.
Las grandes redes sociales están ejerciendo la denominada “tecnocensura” (Alberto Escorcia[ix]). Ello significa que se está produciendo un balance de los derechos fundamentales de la libertad de expresión y de información desde una ley estatal y pública hacia leyes o normas privadas, los términos del servicio que se ven convertidos en las “leyes de las redes sociales”. Lo que nos lleva a dos preguntas, ¿quién modera a los moderadores? (algo que pretende solventar en parte el Proyecto de Reglamento Europeo DSA Digital Services Act)y, ¿hasta qué punto como juristas hemos de coadyuvar personalmente hacia esa deriva al derecho privado de las empresas tecnológicas en materia de derechos fundamentales?
A día de hoy, los sistemas de procesamiento del lenguaje natural son incapaces de identificar o entender las palabras cuando están desordenadas, el contexto. Los sistemas de moderación automáticos tampoco pueden leer entre líneas, comprender los giros idiomáticos o locales, la ironía, la parodía, los matices, o captar aspectos culturales.
Vemos que por ejemplo se ha convertido en noticia la censura de fotografías de esculturas desnudas[x], cuadros de Rubens[xi] o Delacroix[xii], o fotos con valor histórico-cultural[xiii].
También están surgiendo sesgos en los algoritmos, especialmente aquellos que afectan a minorías étnicas (principalmente afroamericanos y latinos) así como mujeres [xiv] [xv].Por consiguiente, los sistemas automatizados de moderación de contenidos están lejos de ser herramientas perfectas.
Debido a este tipo de errores del algoritmo se produce un doble problema en la moderación de contenidos, los denominados “falsos positivos” y los “falsos negativos”. Los “falsos positivos” son aquellos contenidos eliminados que no debían de haberlo sido. Esto puede afectar a la libertad de expresión y de información y el derecho a impartir ideas de toda clase sin restricciones. En los últimos tiempos estamos asistiendo a “hackeos” masivos de las reglas de moderación de Twitter a través de grupos organizados, grupos de Telegram con un par de centenares de suscriptores, y muy posiblemente otro par de centenares de bots, que se dedican a reportar masivamente cuentas para “limpiar” la red social, consiguiendo el bloqueo de contenido e incluso la suspensión de la cuenta (baneo) tanto temporal como definitiva inclusive de parlamentarios y diputados[xvi] [xvii] [xviii].
El procedimiento es bastante sencillo, mediante la herramienta de “búsqueda avanzada” de Twitter u otras herramientas de análisis de redes sociales OSINT se busca un tuit que pueda tener alguna palabra sacada de contexto[2], utilizada irónicamente, un chiste, una broma, un insulto o una palabrota, con alguna palabra “reportable”, o incluso un mensaje con supuestos “datos personales” o con menciones sucesivas de tal manera que pueda atacarse como spam. Así, esos cientos de cuentas o de bots, reportan masivamente la cuenta y el tuit marcándolo como spam, datos personales o incitación al odio principalmente, de tal manera que “hacen saltar” el algoritmo. “Baneadores” negros (o más bien “pájaros rojos”).
De esta manera consiguen el silenciamiento del adversario, del oponente, hackeando el algoritmo utilizando un contenido legal y encima conforme a las reglas de moderación contractualmente previstas. Lo que supone llevar a la persona a una especie de “muerte civil del siglo XXI” similar a la que se daba en la Edad Media.
Si bien no produciendo el completo silenciamiento o baneo a través de reportes, pero si con los mismos efectos de intimidación, humillación o amenaza, algunos jueces en Twitter han tenido que cerrar temporalmente sus cuentas o restringir el acceso debido a lo que se denomina una “crisis de comunicación”. Jueces o magistrados que escriben una opinión polémica sobre asuntos candentes o políticos. Un periodista o un político influyente le señalan en redes sociales capturando o comentando el tuit, de tal manera que sus hordas de miles de seguidores (en ocasiones estoy seguro que incluso muchos bots) se lanzan “a la yugular” del juez o magistrado opinador con cientos o miles de comentarios y respuestas en su tuit. Alguien que puede tener unos pocos cientos o miles de seguidores se ve de pronto desbordado, su móvil no deja de vibrar y emitir luz y sonidos de notificaciones que no dejan de llegar, cada pocos segundos que se mete en la cuenta, le aparecen decenas o cientos de notificaciones con comentarios insultantes, amenazantes, hostigadores o humillantes. De pronto se ve completamente sobrepasado y no sabe cómo gestionar la situación y le invade la sensación de angustia, agobio, estrés, ansiedad y preocupación. Tiene una crisis de comunicación enorme entre manos y no sabe gestionarla. Hay que ser conscientes además que la judicatura española ha sido sometida desde diversos ámbitos a una campaña concertada, coordinada y continuada de desprestigio, deslegitimación y ataques reputacionales. Por ello, la condición de juez en redes sociales es especialmente sensible pues puede suponer ser señalado como “objetivo” en un determinado momento para continuar con esa campaña de ataques.
Lo que pretenden estos grupos organizados no es más que un “chilling effect”, un efecto disuasorio de la libertad de expresión de ciertas personas en las plataformas digitales. Y esta forma de silenciamiento puede constituir además una forma de intimidar, humillar o amenazar. O retiras la cuenta, o dejas de publicar cierto contenido ideológico, o vamos a conseguir que te quedes sin perfil, con todo lo que eso conlleva. Y esto se puede utilizar también contra jueces y magistrados tuiteros. Todavía se puede encontrar como si fuera un trofeo la captura de pantalla del reporte masivo de un tuit de un magistrado jubilado del Tribunal Supremo y que fue objeto de una de estas campañas de baneo masivos. Hace pocos días, la periodista de El Mundo Lucía Méndez[3] reconocía públicamente que ella misma -y muchos periodistas- se ha autocensurado de escribir sobre el exvicepresidente del Gobierno Pablo Iglesias, puesto que ello suponía exponerse a la “ira de sus devotos en las redes”
Los algoritmos amplifican aquellas opiniones más extremas, polarizadas, extrañas, controvertidas o sesgadas porque atraen más la atención de los usuarios y por tanto, hacen que éstos pasen más tiempo conectados. Esta es la razón de por qué en las redes sociales se expanden todo tipo de teorías conspiratorias. Facebook ha confesado que su algoritmo explota la atracción del cerebro humano a la división, la polarización.[xix].De esta manera el algoritmo alimenta contenidos antiacadémicos, antiintelectuales que coinciden en el tiempo con ese crecimiento del populismo y de teorías rocambolescas. Las redes sociales alimentan más la reacción emocional que la reacción racional. Con poco margen para los grises y los matices, algo que sin embargo, es el “a, b y c” de un jurista.
Mientras tanto, como jueces, nos debemos a una actividad intelectual, racional, con un profundo poso formativo y académico, y mayoritariamente en las redes se busca una mayor formación, información o conocimiento. En nuestra labor debemos dejar de lado en muchas ocasiones el componente emocional. Así, ¿puede casar ese clima impulsivo y anti-ilustrado de las redes con lo que los jueces solemos buscar en ellas de carácter intelectual, racional y formativo o académico?
En cuanto a los algoritmos de recomendación o personalización de contenido, las plataformas digitales organizan, promueven y presentan el contenido para su visualización a los distintos usuarios. Crean el llamado “efecto burbuja” que impide un contraste de opiniones o de versiones distintas de los hechos desde ángulos distintos. Todo se alimenta desde el mismo punto de vista, la sensación “más de lo mismo”, ultrasesgada y con experiencias retroalimentadas (superfeedback)[xx]. De acuerdo al Art. 3,1 del Código Civil debemos tener en cuenta en la aplicación de las normas “la realidad social”, ¿nos permiten las redes apreciar verdaderamente la realidad social o sólo nuestra realidad social que nos recomienda el algoritmo?
Estos datos además pueden combinarse con psicometrías o psicografías, enfocadas en medir los rasgos psicológicos como la personalidad. Justamente, aquello que llevamos años rechazando aquellos que estamos estudiando la jurimetría y la aplicación de la inteligencia artificial desde hace años, y de lo que hay tanta resistencia por los peligros que plantea en herramientas de justicia predictiva, el perfilado ideológico de jueces. Algo que sin embargo, las plataformas digitales están haciendo a aquellos jueces y no jueces con sus perfiles en redes sociales. La posible existencia de herramientas de justicia predictiva no es incompatible con la obligatoria prohibición de patronaje o perfilado ideológico de jueces. Los jueces tenemos ideología, religión o no y orientación sexual, cuestiones e informaciones relativas al ámbito personal e íntimo protegido por los derechos fundamentales como cualquier otro ciudadano. Sin embargo, en redes sociales, estamos justamente facilitando voluntariamente la suficiente información para ese perfilado.
Los usuarios no saben qué información u opiniones les está siendo excluida de su conocimiento o exhibición debido a su perfilado ni tampoco ejercer control sobre los datos almacenados. Imagínate una carpeta de spam del correo electrónico a la que como sabes van en muchas ocasiones correos correctos marcados erróneamente por el asunto o por el remitente, pero a la que no pudieras acceder ni recuperar ese contenido. Eso puede ser una buena comparación con los algoritmos de recomendación de contenido.
Además, los continuos trending topics, crean una “presión sistémica y estructural” sobre lo que decimos, opinamos, comentamos e incluso debemos pensar. Debemos comentar todo aquello que el algoritmo nos sugiere que es trending topic, porque es la manera de aumentar seguidores, crear contenido y crecer en influencia, manteniendo la participación. Cada hora, o cada pocos minutos, se introduce un nuevo y urgente tema del cual debemos opinar. Según SOTO IVARS[xxi] esto es “la tiranía de las redes sociales debido a la presión del algoritmo”. Y además esto produce una sobreinformación debido a que los individuos no pueden crearse una decisión formada e informada debido a la abundancia de información y de temas sobre los que hay que opinar -y en muchas ocasiones de manera poco fiable e ilustrada.
Esta presión a opinar ejercida por el algoritmo lleva en muchas ocasiones a opinar por asuntos judiciales de actualidad, pero como he dicho, sin una verdadera formación en portavocía y divulgación.
Para acabar, me gustaría volver al fin último de los algoritmos de recomendación y personalización, que si bien puede ser no sólo una eficacia más eficaz, dirigida verdaderamente a los clientes potenciales, y además un contenido más personalizado para satisfacer mejor nuestros intereses, no obstante, también hay autores que lo consideran como hacernos prisioneros de nuestros pensamientos, intereses y preferencias para siempre, sin posibilidad de crecer, evolucionar o progresar. “La abolición de la libertad y de la espontaneidad humana”(ARENDT)[xxii]. Una predeterminación tecnológica que nos deniega la posibilidad de escapar y altera nuestra libertad y juicio crítico.
En palabras del responsible de Google, Eric Schmidt «La tecnología será tan buena que será muy complicado ver o consumir algo que no haya sido en algún sentido sugerido para ti”[xxiii]
En palabras de la Secretaria de Estado de Digitalización y de Inteligencia Artificial del Gobierno de España, Carme Artigas[xxiv], “si no tenemos oportunidad de ver un Porsche porque los algortimos determinan que no podemos pagarlo, ¿dónde quedan nuestros sueños, nuestra capacidad de progreso, la búsqueda del éxito y las aspiraciones de hacer un sueño realidad?
[1]El secreto de la felicidad está en desconectarse de las redes sociales. ÁNGEL JIMÉNEZ DE LUIS. 9 mayo 2022. El Mundo. https://www.elmundo.es/tecnologia/2022/05/09/62797276fc6c83373f8b45a4.html
[2] Twitter tiene problemas con el lenguaje no literal y banea a quien dice «te mato» en sentido figurado. ESTHER MIGUEL TRULA. 25 Septiembre 2018. https://magnet.xataka.com/preguntas-no-tan-frecuentes/no-digas-te-mato-broma-podrias-ser-proxima-victima-censura-twitter
[3]Examen de conciencia. Lucía Méndez. El Mundo. 7 de mayo de 2022. https://www.elmundo.es/opinion/columnistas/2022/05/07/62755e4b21efa071158b4594.html
[i] https://www.poderjudicial.es/cgpj/es/Temas/Estadistica-Judicial/Estudios-e-Informes/Justicia-Dato-a-Dato/
[ii] Un exejecutivo de Facebook asegura que lo crearon para ser «tan adictivo como el tabaco» y ahora teme que por ello EEUU pueda estar «al borde de una guerra civil». Aaron Holmes, Business Insider. 25 sep. 2020 https://www.businessinsider.es/facebook-diseno-ser-adictivo-como-tabaco-exejecutivo-724243
[iii] Dictamen Comisión Ética Judicial Española (CONSULTA 17/19) de 23 de octubre de 2019.
[iv] Justice Thomas: Judges aren’t ‘mass media icons,’ should uphold the law. By Bill Rankin, The Atlanta Journal-Constitution. https://www.ajc.com/news/local/justice-thomas-judges-aren-mass-media-icons-should-uphold-the-law/s5PyqmJWd7IOQK7XR2PsWI/
[v]¿Prohibir la publicidad hipersegmentada? Enrique Dans, April 20th 2022. Invertia. https://www.enriquedans.com/wp-content/uploads/2022/04/Prohibir-publicidad-Invertia.pdf
[vi] Grassegger, H. & Krogerus, M (2017, 28 de Enero):The Data That Turned the World Upside Down How Cambridge Analytica used your Facebook data to help the Donald Trump campaign in the 2016 election. Motherboard. Disponible en:
https://motherboard.vice.com/en_us/article/mg9vvn/how-our- likes-helped-trump-win
[vii] https://es.wikipedia.org/wiki/Doxing
[viii] Varapalo del TSJC al juez tuitero: acepta recusarlo por falta de imparcialidad. Marta Lasalas. 1 de enero de 2022. https://www.elnacional.cat/es/politica/varapalo-tsjc-juez-tuitero-vegas-recusado-falta-imparcialidad_689189_102.html
[ix] La tecnocensura, explicada por el activista mexicano Alberto Escorcia. 15 de septiembre de 2016. Youtube https://youtu.be/2J6Hz-Uz1fY
[x] Facebook censura por «pornográfica» una escultura de hace 30.000 años. ABC. 28/02/2018 . https://www.abc.es/cultura/arte/abci-facebook-censura-pornografica-escultura-hace-30000-anos-201802280948_noticia.html
[xi] Facebook censura las pinturas de Rubens y varios museos lanzan una campaña que trollea esta situación. 25 Julio 2018. SANTI ARAÚJO. GENBETA. https://www.genbeta.com/redes-sociales-y-comunidades/facebook-censura-pinturas-rubens-varios-museos-lanzan-campana-que-trollea-esta-situacion
[xii] Facebook censura ‘La Libertad guiando al pueblo’ por mostrar un pecho, EL PAÍSAFP, 19 MAR 2018 https://elpais.com/cultura/2018/03/19/actualidad/1521444972_981468.html
[xiii] Facebook censuró una foto histórica y desata la polémica en Noruega. 9 de septiembre de 2016. LA NACION https://www.lanacion.com.ar/tecnologia/facebook-censura-una-historica-fotografia-y-desata-la-polemica-en-noruega-nid1936172/
[xiv] Uso policial de sistemas de inteligencia artificial en el ámbito comparado. Leopoldo Salvador Torres López y Alfonso Peralta Gutiérrez. CDF Cuadernos Digitales de Formación 3/2021 El Derecho y la Inteligencia Artificial.
[xv] Herramientas de inteligencia artificial en el ámbito jurídico comparado. Leopoldo Salvador Torres López y Alfonso Peralta Gutiérrez. CDF Cuadernos Digitales de Formación 7/2020 El Derecho y la Inteligencia Artificial.
[xvi] Twitter bloquea la cuenta de un diputado de Vox por un tuit con la palabra ‘machirulo’. EL INDEPENDIENTE . 13/01/21. https://www.elindependiente.com/espana/2021/01/13/twitter-bloquea-la-cuenta-de-un-diputado-de-vox-por-un-tuit-con-la-palabra-machirulo/
[xvii] Twitter bloquea a un diputado de Vox y Echenique aprovecha para mofarse. 25 abril 2022. https://www.esdiario.com/opinion/47923493/twitter-bloquea-diputado-vox-echenique-aprovecha-mofarse.html
[xviii]Grupos prorrusos consiguen bloquear las cuentas de Twitter de varios líderes de opinión. Alejandra García Navia. 13/04/2022. The Objective. https://theobjective.com/espana/2022-04-13/grupos-prorrusos-twitter-opinion/
[xix]Facebook reportedly ignored its own research showing algorithms divided users. Facebook fears harming engagement or enraging conservatives. By Nick Statt@nickstatt May 26, 2020 https://www.theverge.com/2020/5/26/21270659/facebook-division-news-feed-algorithms
[xx]LOS DERECHOS HUMANOS, LA DEMOCRACIA Y LA IGUALDAD EN LA ERA DE LOS ALGORITMOS Y LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL Rafael Merino Rus. El contenido de esta publicación corresponde a una ponencia presentada durante el IV Encuentro de Verano de Gernika-Urdaibai «Desdemocracia, los “ismos” y el abismo. Universales ante las políticas segregatorias», en el marco de los XXXVIII Cursos de Verano UPV/EHU, celebrado en Gernika-Lumo los días 19 y 20 de junio de 2019.
[xxi]¿Quién elige sobre qué asunto piensas hoy? Juan Soto Ivars. 23 de marzo de 2022. El Periódico. https://www.elperiodico.com/es/opinion/20220323/articulo-juan-soto-ivars-redes-sociales-libertad-agenda-13418809
[xxii]Los orígenes del totalitarismo. Hannah Arendt. Taurus. Ciudad de México 2004.
[xxiii]https://www.businessinsider.com/eric-schmidt-quotes-2013-11
[xxiv]Ética, IA y Derechos Digitales, 20th April 2022. Granada. Law Faculty. https://youtu.be/aWzueCq546E