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Mes: noviembre 2024

…Salvo que se ponga guantes

…Salvo que se ponga guantes

 

 

En esta entrada hablaremos de los dermatoglifos o dactilogramas. No dejen de leer. Del griego y más poéticamente, el «dibujo de los dedos» o el «grabado de la piel». Más comúnmente, las huellas dactilares.

Es sabido que en China y en India cientos de años atrás ya firmaban documentos con las falanges de los dedos o con la mano entera estampada.

Más cercanamente a nuestra era, a finales del siglo XVII, en el estudio de la piel humana, se observó como las crestas y surcos de los dedos y de las manos y pies creaban fricción entre el objeto y la superficie de la piel, mejorando la tracción al sujetar y caminar.

A finales del siglo XVIII se descubre la singularidad de la piel. La crestas y surcos papilares son:

Inmutables, que no cambian durante toda la vida de la persona.

Perennes, que se forman en el feto a mitad del embarazo y duran más años después de muerto―.

Únicos, que nadie tiene las mismas huellas dactilares. Ni los gemelos homocigóticos tienen las mismas huellas dactilares. Jaque y mate al ADN.

Existen autores que afirman que hay una posibilidad entre 64.000 millones de que dos personas tengan las mismas huellas dactilares. Hay unas 8.000 millones de personas en el mundo.

Son tales las posibilidades entre arcos, curvas y espirales que habría que esperar millones de siglos para que una persona repitiera un patrón de crestas y surcos papilares.

Si las huellas se dice son inmutables, perennes y únicas, parece que puede ser un buen método para la identificación de personas y la investigación criminal.

La apariencia es mutable, los testimonios y reconocimientos son falibles y habría que esperar unos años a la llegada ―mejor dicho, descubrimiento― del ADN.

Año 1892, Buenos Aires, Argentina. Los dos hijos de Francisca Rojas de 4 y 6 años habían sido asesinados. Acusó del asesinato a un hombre, Ramón Velásquez, celoso por no querer casar con ella.

El inspector Álvarez de la Plata encontró una huella dactilar impregnada en sangre en la puerta de la escena del crimen. Comparó la huella con la de Francisca Rojas y coincidía plenamente. Francisca finalmente confesó los asesinatos.

El audaz inspector no es, sin embargo, el más importante actor del primer asesinato resuelto por la policía mediante la dactiloscopia. El inspector Álvarez de la Plata era discípulo de su maestro, el policía argentino-croata Juan Vucetich.

Sobre él basta decir que el Día Mundial de la Criminalística es el 1 de septiembre porque ese mismo día, en 1891, confeccionó las primeras fichas dactilares. Juan Vucetich es el padre de la dactiloscopia comparativa.

 

En Bengala, pocos años más tarde, en 1898, de la mano del Inspector General de las Provincias Bajas Sir Edward Richard Henry y del antropólogo Sir Francis Galton, se descubrió al asesino de un gerente de un jardín de te por la huella dactilar de un pulgar derecho.

Este caso dista del argentino porque en este se descubrió la identidad y se condenó al asesino por medio del cotejo de la huella dubitada ―la de la escena del crimen― con las huellas indubitadas que obraban en el registro de la Oficina Central de la Policía de Bengala iniciado en 1894.

Desde entonces, la dactiloscopia y la lofoscopia se ha estudiado, se ha desarrollado y se ha aplicado por policías de todo el mundo.

En nuestro caso, por los diferentes grupos, unidades y secciones de identificación y lofoscopia del Cuerpo Nacional de Policía y Guardia Civil en sus laboratorios de criminalística.

Ellos, que alimentan y se nutren del Sistema Automático de Identificación Dactilar ―SAID― de INTERPOL, con el registro de las huellas dactilares de todos aquellos a quienes se detiene diariamente en nuestro país.

Respecto al cotejo con la base de datos ADDNIFIL de huellas dactilares que a todos nos toman cuando renovamos el DNI, decir que la finalidad de este fichero es la gestión del documento nacional de identidad y que, como dato biométrico personal sujeto a protección de datos, habrá que esperar a otra entrada de este blog.

Además, a los detenidos se le toma huellas de todos los dedos de ambas manos, mientras que cuando renovamos el DNI solo se toma la huella del dedo índice.

 

Para concluir, a modo de síntesis sobre el valor probatorio de la huella dactilar, decir:

  • La presencia de huellas del acusado en la escena del crimen solo permite acreditar la presencia del acusado en dicho lugar y en algún momento anterior, posterior o coetáneo al crimen.
  • La presencia de huellas del acusado en el instrumento del delito ―un cuchillo, una pistola― solo permite acreditar que el acusado ha cogido o ha tocado dicho objeto en algún momento.
  • El cotejo dactiloscópico es infalible salvo error humano en la toma de muestras o en el cotejo.
  • También puede ocurrir que la muestra sea pobre porque no se han «impregnado» suficientes crestas en el lugar u objeto que ha tocado, ha cogido o en el que se ha apoyado el acusado.
  • En principio, lo dicho no es suficiente para acreditar que el acusado ha cometido el delito.
  • Sin embargo, si la muestra ha sido regularmente tomada, custodiada y cotejada con la indubitada; si el acusado da explicaciones ilógicas, incongruentes, increíbles o meramente negatorias y si no existen hipótesis o explicaciones alternativas y lógicas, la prueba dactiloscópica sí es apta para enervar la presunción de inocencia del acusado.

 

FUENTES: Orden INT/1202/2011, de 4 de mayo, por la que se regulan los ficheros de datos de carácter personal del Ministerio del Interior. Interpol. Ministerio del Interior. Cuerpo Nacional de Policía. Guardia Civil. Departamento de Justicia de Estados Unidos.

 

Alfonso Zarzalejos Herrero. Juez.

 

 

 

¿Es posible usar la Inteligencia Artificial para Combatir la Delincuencia Organizada Transnacional?

¿Es posible usar la Inteligencia Artificial para Combatir la Delincuencia Organizada Transnacional?

La delincuencia organizada transnacional (DOT) representa uno de los grandes riesgos a los que se enfrentan los Estados en materia de seguridad nacional. España en este sentido no es ninguna excepción, como lo demuestra la publicación este mismo año 2024 del Acuerdo del Consejo de Seguridad Nacional, por el que se aprueba una nueva Estrategia Nacional contra el Crimen Organizado y la Delincuencia Grave[1]. Este tipo de delincuencia supone también un desafío para los sistemas de justicia en todo el mundo, especialmente para la justicia penal en España, cuyo proceso, anclado a una Ley Procesal Penal alumbrada en 1882 se muestra en ocasiones poco efectivo para actuar contra actividades criminales particularmente complejas.

Solo para hacernos una idea, en abril de 2024, Europol identificó 821 redes de delincuencia organizada «muy amenazantes» activas en la Unión Europea, con más de 25.000 miembros involucrados en diversas actividades ilícitas, principalmente el tráfico de drogas [2]. Hace una década de acuerdo con el informe “White paper on transnational organized crime” del Consejo de Europa (2014) se estimaba que había activas en Europa unas 3.600 organizaciones criminales con ámbito de actuación transnacional, con capacidad para cubrir un amplio rango de actividades delictivas que van desde el referido tráfico de drogas al comercio de armas, medicamentos, la trata de personas, la inmigración ilegal o el fraude económico y financiero.

La DOT es un además un problema que trasciende la seguridad nacional, ya que además, según estimaciones de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), el blanqueo de dinero representa aproximadamente el 2,7% del Producto Interno Bruto (PIB) mundial, lo que equivale a alrededor de 1,6 billones de dólares estadounidenses y según el informe SOCTA ( European Union Serious and Organized Crime Threat Assessment (2021) la DOT erosiona las estructuras institucionales, políticas y sociales al constituir un peligro evidente de corrupción en los gobiernos y administraciones públicas y provocar un clima de miedo y la percepción de impunidad en la sociedad.

En este contexto, la inteligencia artificial (IA) puede ser una herramienta potencialmente revolucionaria en la lucha contra la DOT. En estas líneas propongo dos ámbitos de actuación en los que la IA puede ser utilizada en la lucha contra el crimen organizado: desmantelando el círculo de silencio e impunidad que rodea a estos grupos[3] y facilitando la recuperación de activos ilícitos[4]. Ello sin eludir los debates éticos y morales respecto al uso de la IA en el campo de la seguridad y justicia. Considero que una integración estratégica de la IA puede ayudar en la lucha contra la DOT, mejorando el procedimiento penal, las herramientas de las fuerzas y cuerpos de seguridad encargadas de luchar contra este fenómeno global, y de las agencias responsables de la recuperación de activos.

La Muralla de Silencio: Uno de los principales obstáculos a los que se enfrenta la investigación de estas organizaciones es atravesar el círculo de miedo e impunidad que socialmente rodea a los componentes de las organizaciones, particularmente a sus líderes. Los grupos de delincuencia organizada prosperan en entornos marginales, donde el miedo, la ignorancia y la complicidad voluntaria o forzada de la comunidad local constituyen un elemento clave para su subsistencia. Como señala Roks, R. A., y otros (2022), son varios los estudios criminológicos que refieren que estas organizaciones “no existen en un vacío social”; operan en redes donde el silencio actúa como un escudo protector frente a las autoridades.

Frente a esta situación, la IA podría ser utilizada en distintos modos; de un lado, podría ser una herramienta que identifique ámbitos en los que puede surgir la DOT, y señalar a los fuerzas y cuerpos policiales dónde actuar, bien para prevenir su aparición, bien para detener su actividad. Plataformas basadas en algoritmos pueden analizar patrones sociales y económicos, detectando discrepancias entre los estilos de vida declarados y los ingresos reportados, entrelazándolo con vínculos con líderes conocidos de la DOT, o miembros e integrantes detenidos relacionadas con estas.

Por otro lado, esta información se puede sumar a la de denuncias que, en otro contexto pasarían desapercibidas; agresiones, partes médicos de heridos que no denuncian, atestados relativos a la desaparición de armas, o al porte de estas, desaparición de vehículos, matrículas dobladas, pequeño tráfico de drogas, entre otras muchas acciones. Pueden categorizarse e identificarse conductas que, cuando se colocan en un mapa y se analizan contextualizadas, pueden referir patrones de conducta vinculados a la DOT.

Una vez identificadas las comunidades, los ámbitos o lugares donde puede aparecer la DOT, la IA puede ser también una herramienta para identificar, por ejemplo, a través de redes sociales, individuos capaces de aportar información, ofreciendo a las comunidades una forma segura y anónima de colaborar con las autoridades sin exponerse a represalias.

Asimismo, campañas de concienciación promovidas por gobiernos, respaldadas por sistemas de IA, pueden identificar y monitorear a los líderes o referentes en determinados entornos sociales que contribuyan a favorecer un patrón de conducta positivo, que ayude a la prevención de este tipo de delincuencia, facilitando la prevención de la actividad criminal. Al contraponer un modelo de conducta positivo, distinto al refugio que ofrece la violencia inherente a la DOT, no solo se debilita la red social de apoyo a las organizaciones, sino que se fomenta una mayor resiliencia comunitaria frente a la influencia de estos grupos.

Recuperación de Activos: Otro elemento clave en la lucha contra la delincuencia organizada es romper el ciclo financiero de la DOT[5]. La motivación que impulsa el surgimiento y actividad de las organizaciones criminales es puramente económico. El estímulo de ganar dinero, enriquecerse a consta de la actividad criminal es el motor que impulsa su expansión y la búsqueda de nuevos y lucrativos negocios, a consta de la vida de las personas. Dado que, además, la riqueza obtenida por la actividad criminal sirve para financiar nuevas campañas o actividades, cortar el ciclo, acabar con la financiación, constituye un elemento esencial en la lucha contra la DOT.

Así las cosas, identificar a los titulares reales de los bienes, y asegurar y decomisar estos activos con vistas al procedimiento, constituye una estrategia esencial para desmantelar estas organizaciones. Frente a ello, nos encontramos con el problema de identificar a los titulares reales, y de hacerlo y el extenso tiempo que transcurre desde que se logran identificar y decomisar los activos, hasta que se llega a una resolución judicial firme y en la fase de ejecución se dispone la adjudicación de los bienes o su puesta a disposición ante órgano o agencia encargada de la gestión. A esto debe añadirse la presencia de varios Estados que simultáneamente tratan de aprehender unos mismos activos.

Ante este panorama, la IA puede mejorar considerablemente esta situación. A través de esta tecnología y aunando el esfuerzo de la Comunidad Internacional, de un lado, se podrían analizar grandes volúmenes de datos e información financiera, a un nivel que hasta el momento resulta difícil imaginar, entrelazando la información facilitada por instituciones financieras, Agencias Tributarias nacionales, Fuerzas y Cuerpos de Seguridad y las Unidades de Investigación Financiera (FIUs), con el objetivo de rastrear los activos y bienes hasta llegar a los titulares reales, los verdaderos beneficiarios de los activos ilícitos habitualmente escondidos detrás de sociedades ficticias o instrumentos situados en paraísos bancarios.

La IA podría servir para hacer un cálculo del tiempo en que puede durar un procedimiento penal y proponer soluciones a los activos aprendidos, asegurando su conservación al menor coste posible para los Estados, hasta el momento en que el procedimiento devenga firme.

Finalmente, la IA puede usarse para facilitar la cooperación internacional analizando los marcos legales de diferentes jurisdicciones (especialmente cuando se trata de estados de fuera de la UE) ayudando a Jueces y Fiscales a maximizar su trabajo indicando los mejores instrumentos de cooperación, ayudando en la redacción de Comisiones Rogatorias de modo que se ajuste exactamente a los requisitos y presupuestos exigidos por los países, identificando los mejores mecanismos de cooperación para el caso concreto presentes en todos los Tratados y Convenios en los que sea parte tanto el Estado emisor como el receptor, en definitiva, y salvando las brechas legales y operativas entre las diferentes jurisdicciones.

Finalmente, estas herramientas avanzadas también permitirían a los Jueces, Fiscalías y Oficinas de Recuperación de Activos priorizar casos de alto impacto, maximizando así el uso de recursos limitados a aquellos en los que el pronóstico de éxito sea más elevado.

Todo ello, mejoraría la eficacia del procedimiento, facilitaría la identificación y decomiso, ayudaría a la conservación de los bienes hasta la Sentencia, e impulsaría las capacidades de las agencias encargadas de la recuperación de activos. Pero es que, además, bloquear el círculo económico de la DOT supondría un poderoso disuasivo para futuros delitos, al despojar a los grupos criminales de sus ganancias y limitar su capacidad para reinvertir en actividades ilícitas.

Finalmente, conviene hacer una referencia a las consideraciones éticas y limitaciones inherentes al uso de estas tecnologías. Si bien la IA ofrece soluciones prometedoras, su implementación plantea evidentes desafíos éticos y legales. Si queremos evitar que el uso de estas tecnologías produzca, por ejemplo, detenciones arbitrarias, la generación de pruebas sin base fáctica o real alguna, o la atribución de activos a personas que nada tienen que ver con el delito, es importante poner todo el esfuerzo en dos extremos; la transparencia en el uso de los algoritmos, debiendo ser accesible a todas las partes cuando se pretenda hacer uso del producto de la IA en un procedimiento penal; y en segundo lugar, la supervisión humana en todo el proceso, evitando, de un lado que la IA pueda producir respuestas sin base real, motivadas por el mero estímulo generativo, y de otro, corrigiendo los sesgos en los que,  inevitablemente, los algoritmos acaban incurriendo. El uso de estos procedimientos debe tener como referente el respeto a los derechos fundamentales, y en concreto, la presunción de inocencia, y el derecho de defensa en su sentido más amplio[6].

Por lo tanto, será necesario abordar el uso de estas tecnologías mediante el desarrollar marcos regulatorios que equilibren el potencial de la IA con la protección de derechos y libertades, evitando la fe ciega en el resultado de esta inteligencia, especialmente cuando se pretenda hacer uso de ella en el procedimiento penal.

En definitiva, la IA puede ser una herramienta útil y eficaz para luchar contra categorías delictivas especialmente complejas y que requieren una actuación coordinada e integral, como la delincuencia organizada transnacional. En este caso, se suma la necesidad de actuar contra un riesgo grave contra la Seguridad Nacional de los Estados, por lo que su combate constituye una prioridad para cualquier Gobierno. Mi propuesta sería focalizar el uso de la IA para doblegar la DOT actuando contra el círculo de silencio e impunidad que la rodea, así como, para tratar de superar los desafíos en la recuperación de activos ilícitos. Sin embargo, su éxito dependerá de una implementación ética, transparente y supervisada, que asegure un equilibrio entre la innovación tecnológica y la protección de los derechos fundamentales inherentes al proceso penal. Integrar la IA en los sistemas de justicia abre la puerta a llegar hasta donde no se ha podido hasta el momento con los recursos disponibles.

Joaquín E. Gadea


[1] «BOE» núm. 93, de 16 de abril de 2024, páginas 42493 a 42495

[2]“https://es.euronews.com/2024/04/05/europol-identifica-821-redes-criminales-amenazantes-con-mas-de-25000-miembros-en-la-ue?utm_source=chatgpt.com

[3] Roks, R. A., Kruisbergen, E. W., & Kleemans, E. R. (2022). Walls of silence and organized crime: A theoretical and empirical exploration into the shielding of criminal activities from authorities.

[4] Ochnio, A. H. (2021). The Tangled Path From Identifying Financial Assets to Cross-Border Confiscation: Deficiencies in EU Asset Recovery Policy. European Journal of Crime, Criminal Law and Criminal Justice, 29(3-4), 218-240.

[5] Ochnio, A. H. (2021). The Tangled Path From Identifying Financial Assets to Cross-Border Confiscation: Deficiencies in EU Asset Recovery Policy. European Journal of Crime, Criminal Law and Criminal Justice, 29(3-4), 218-240.

[6] Lettieri, N., Guarino, A., Zaccagnino, R., & Malandrino, D. (2023). Keeping judges in the loop: a human–machine collaboration strategy against the blind spots of AI in criminal justice. Soft Computing, 27(16), 11275-11293;

Blount, K. (2024). Using artificial intelligence to prevent crime: implications for due process and criminal justice. AI & SOCIETY, 39(1), 359-368.

Rigano, C. (2019). Using artificial intelligence to address criminal justice needs. Using artificial intelligence to address criminal justice needs. National Institute of Justice Journal, 280(1-10), 17.

LEALTAD ¿A QUIÉN?

LEALTAD ¿A QUIÉN?

             “Ser leal a sí mismo es el único modo de llegar a ser leal a los demás” (Vicente Alexandre)

            Hace unas semanas, leí en la prensa un interesante artículo sobre la “lealtad institucional” que me resultó bastante inspirador y me animó a escribir estas líneas. Pese a que el artículo se centraba en la importancia de ser leal (o no) a una determinada institución, hizo que me plantease la necesidad de ser leal a uno mismo para encauzar correctamente esa otra lealtad que llaman “institucional”.

            La lealtad es una cualidad de los seres humanos que se manifiesta en la fidelidad y el compromiso hacia personas, valores u organizaciones. Aunque la lealtad va más allá de la simple adhesión a algo o alguien, pues implica una conexión sincera que se mantiene incluso en momentos complicados. La lealtad obliga a quien la práctica a ser íntegro, a mostrarse sin dobleces, a no ocultar ni deformar la realidad.

            A menudo, se puede confundir con la obediencia o la sumisión, pero lo cierto es que, en mi opinión, la verdadera lealtad es mucho más compleja. Implica honestidad, respeto y apoyo incondicional, lo que crea una base de confianza entre las personas. Se dice que alguien leal es capaz de defender los intereses y valores de otro, incluso cuando no coinciden plenamente con los suyos propios.

            Cuando coloquialmente hablamos de lealtad, siempre parece que se asocia dicha cualidad con algo positivo, pero, a raíz del mencionado artículo de prensa que leí y de la propia definición de lealtad, me percaté de que la lealtad hacia los demás o hacia las instituciones no siempre puede ser tan buena. Pensemos en los miembros de una banda criminal y su lealtad hacia el jefe o cabecilla, por ejemplo. De ahí la importancia de tener claro lo que supone ser fiel a uno mismo para poder practicar esa lealtad hacia otros.

            Y uno es leal a sí mismo cuando tiene una relación honesta y coherente con sus propios valores y principios. Ello implica saber quiénes somos, qué queremos y qué consideramos importante y tomar decisiones alineadas con dicha visión. Y no se equivoquen, ser leales a nosotros mismos no es egocentrismo, sino respeto hacia nuestras necesidades y convicciones. La lealtad a uno mismo se basa en la autenticidad, y actuar de manera auténtica es el primer paso para construir relaciones genuinas con los demás. Ahora bien, en mi opinión, hoy en día, encontrar seres auténticos no es tarea fácil. Cada vez resulta más complicado encontrar personas verdaderamente auténticas que se muestran a los demás tal y como son, sin intentar encajar en expectativas externas que no comparten.

            En la sociedad moderna, donde la rapidez de los cambios y la competencia son constantes, la lealtad se enfrenta a muchos desafíos. Vivimos en una era de sobreexposición en la que constantemente vemos, comparamos y juzgamos. Las redes sociales nos exponen a estándares de vida, de éxito y de belleza que no siempre son realistas, y las opiniones de los demás pueden influir en nuestras decisiones. Sin embargo, cuando dependemos demasiado de la aprobación externa, perdemos el rumbo personal y sacrificamos nuestra autenticidad.

            Aunque sea triste reconocerlo, cada vez nos resulta más difícil ser auténticos porque cada vez nos conocemos menos a nosotros mismos: no sabemos definir qué es lo que realmente queremos y cuáles son nuestras prioridades. Y una vez fijado eso (que no es tan fácil), también es importante marcar nuestros propios límites. Actuar en función de nuestros valores y decisiones, incluso si esto implica tomar un camino menos popular o enfrentar conflictos. Todo ello nos ayuda a mantenernos fieles a nosotros mismos. Y teniendo en cuenta esa lealtad o fidelidad hacia nosotros, fijaremos la lealtad hacia los demás.

            También en el contexto laboral la lealtad es sumamente valiosa. En la mayoría de los códigos de conducta profesionales se exige “lealtad”. Los jueces, sin ir más lejos, conforme al artículo 318 de la LOPJ, juramos lealtad a la Corona. En el artículo 3 del Real Decreto 176/2022, de 4 de marzo, por el que se aprueba el Código de Conducta del personal de la Guardia Civil se contempla que Mostrarán el máximo compromiso personal de fidelidad, respeto y sinceridad hacia los demás componentes del Cuerpo, independientemente de su empleo, situación o destino. La lealtad será recíproca entre los superiores jerárquicos y sus subordinados”. O en el ámbito militar, por ejemplo, lasReales Ordenanzas para las Fuerzas Armadas, en su artículo 10, disponen que “Se comportará en todo momento con lealtad y compañerismo, como expresión de la voluntad de asumir solidariamente con los demás miembros de las Fuerzas Armadas el cumplimiento de sus misiones, contribuyendo de esta forma a la unidad de las mismas”. Por su parte, el artículo 24.1 del Código de deontología médica dispone que “la relación médico-paciente debe fundamentarse en la lealtad, veracidad y honestidad”.

            Como vemos, la lealtad es un valor esencial que, en muchos casos, marca la diferencia en la vida de las personas. Las relaciones basadas en la lealtad son aquellas que perduran y aportan valor a largo plazo, en contraste con las que se sostienen solo por intereses momentáneos.

            Cuando somos leales con nosotros mismos y respetamos nuestras propias necesidades y valores, nos volvemos más capaces de ser leales a los demás de manera sincera y desinteresada. La lealtad hacia los demás, cuando nace desde esta seguridad interna, no implica sacrificios extremos ni renunciar a nuestra propia esencia. En cambio, se convierte en un compromiso genuino y equilibrado, donde apoyamos a quienes queremos y respetamos, sin traicionarnos a nosotros mismos en el proceso.

            También es innegable que cuando elegimos ser leales a nosotros mismos, es probable que enfrentemos críticas, especialmente si nuestras decisiones desafían convenciones o expectativas familiares y sociales. Y en esos casos, es importante tener la capacidad de mantenernos firmes y fieles a nuestros valores a pesar de la presión externa.

            Por tanto, la lealtad hacia uno mismo es el pilar fundamental para ser leales a los demás. Cuando cultivamos una relación auténtica con nosotros mismos, generamos la confianza y el equilibrio emocional necesarios para construir relaciones sólidas y sinceras con quienes nos rodean. La lealtad comienza en nuestro interior, y al ser fieles a nuestras propias convicciones y necesidades, podemos ofrecer a los demás una lealtad genuina, profunda y duradera.

Alicia Díaz-Santos Salcedo.

Magistrada de la Sala de lo Contencioso-Administrativo del TSJ de Cataluña.

Manzanas asadas

Manzanas asadas

            Muchos de los lectores de este blog nos hemos enfrentado a unas oposiciones, de las que decía Gregorio Marañón que son el más sangriento espectáculo nacional, después de los toros.

            Hay muchos tipos de opositores; los hay ordenados y estrictos, que comienzan siempre en el mismo sitio y a la misma hora; los hay anárquicos y desordenados, capaces de tener los temas en folios sueltos que van perdiendo periódicamente sin importarles mucho; también están los que madrugan, y empiezan temprano, frente a los nocturnos, que terminan tarde, y se despiertan más tarde. Hay, quizá, tantos tipos de opositores como personas.

            Yo me identificaba más con la clase de los nómadas, pues empecé en mi dormitorio, pero pronto transité al salón cuando no había nadie, pasando por la cocina para las mañanas, y alternativamente probaba otras estancias de la casa por la tarde. Incluso, recluido en la soledad del hotel de Madrid el día previo al examen, llegué a estudiar en el cuarto de baño con el fin de no escuchar las urgencias de amor de una joven pareja separada por una pared con poco ladrillo.

            Fue en esa travesía del desierto cuando terminé recalando en la casa de mis abuelos, en búsqueda inconsciente de un poco de cariño entre tanto frío positivismo jurídico.

            Cuando era pequeño iba con mis hermanos a casa de mis abuelos, y nos quedábamos a dormir muchos fines de semana. Siempre íbamos con mucha ilusión, porque nuestros abuelos, además de querernos mucho, nos daban algunas libertades y nos permitían algunas licencias que los mayores maldecían como consentir, pero que nosotros considerábamos de lo más justo.

            Siempre podíamos montar una jaima o tenderete en el salón, sin que nos dijeran que estaba prohibido; y podíamos pasar horas allí metidos, jugando; si les pedíamos una película una semana, un cromo, o un determinado juguete agotado, a la siguiente semana el abuelo ya lo había conseguido, a veces sabe Dios cómo, que entonces no había internet, y a saber la de vueltas que daba el pobre.

            Nada más llegar ya entrábamos dando gritos y saltos, sin ser reprendidos por el jolgorio, algo impensable en nuestra casa. Sin contar la de manjares con que nos agasajaban a cualquier hora, y sin límite, que pareciera que les gustaba el solo hecho de vernos comer. Y no les importaba comerse lo que no queríamos, o beber de nuestros vasos, lo que nos parecía extraño, porque preferíamos por entonces morir de sed antes que darle un sorbo al vaso de los hermanos.

            Buscando esa antigua sensación de cariño y libertad, que había perdido entregado a mis carperis, terminé en casa de mis abuelos un sábado por la noche cuando terminaba el día libre. Uno de los más crueles momentos de la triste vida opositora.

            Así que ese sábado, al terminar el día libre, en mi itinerante estudio, me recibió mi abuela, ya viuda, para estudiar el domingo en su casa, y volver el lunes a la mía, y no se le ocurrió otra cosa que prepararme manzanas asadas.

            No se acordaría, o quizá no sabría, que había sufrido una grave indigestión por una tarta de manzana que me había hecho aborrecer hasta la náusea cualquier cosa que llevara manzana confitada.

            Pero claro, estaba tan contenta de que me quedase a dormir ese día, y me había preparado con tanta ilusión esa sorpresa, que no pude decirle que las odiaba.

            Máxime cuando me refirió que no había vuelto a hacerlas desde que se murió mi abuelo, porque le gustaban mucho.

            Así que, mientras me miraba como cuando era pequeño, me las comí y tragué como pude, entre alabanzas y celebraciones, agradeciendo a cada bocado el gesto que había tenido.

            Tanto y tan bien las debí celebrar, que al sábado siguiente, y al otro, me volvió a preparar otras manzanas asadas.

            Al cuarto sábado cambió el plato de bienvenida; nos las fuera a aborrecer.

            Justo cuando empezaban a gustarme.

Luis Ángel Gollonet Teruel

Magistrado del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía